Ulises y Circe

Dos días después, llegamos a la isla de Ea, habitada por una maga muy poderosa llamada Circe. Envié a la mitad de mis compañeros a investigar la isla, al mando de Euríloco. Todos ellos divisan un palacio brillante situado en un valle.

Excepto Euríloco, que prefiere montar guardia, todos entraron al palacio. Circe los recibió invitándolos a un banquete. Euríloco vio cómo Circe tocaba a nuestros compañeros con una varita tras haber comido. Los había convertido a todos en diferentes animales. Unos eran leones, otros cerdos, algunos perros... Los convirtió dependiendo de la naturaleza de cada uno de ellos.
Circe los encerró en un establo y Euríloco se escapó para contarme todo lo que había visto. Mientras yo pensaba en un plan, apareció Hermes y me entregó una planta. El mensajero de los dioses le avisa de que esa planta le protegerá de todo aquello que Circe le ofrezca para comer.

Me presenté en el palacio y Circe me ofreció una bebida. Agregué con sigilo la planta y bebí. Lo que Hermes me prometió había resultado verdad, y no me convertí en lo mismo que mis compañeros.
Circe quedó muy sorprendida ante esto, y yo le hice jurar que no me haría daño y liberaría a mis compañeros.
Los liberó y estuvimos en la isla por una semana, hasta partir de ella.


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